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Ñacunday, más que un territorio invadido

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Nunca fuí a Ñacunday, districto ubicado en el departamento del Alto Paraná, distante unos 70 km de la capital departamental, yendo por Los Cedrales. en este districto se pugnó hace un par de semanas la apropiación de tierras por parte del campesinado contra el terrateniente Tranquilo Favero. El gobierno, en un intento de solucionar salomónicamente el conflicto que tenia al vecino gobierno de Brasil atento a la situación, obtó por colocar a los “carperos” en el Parque Nacional del Ñacunday, cercano a la zona ocupada. La dimensión del Parque es de 2000 hectáreas y está bajo la administración de la Secretaría Nacional del Ambiente.

Dentro del Parque Nacional se encuentran los Saltos del Ñacunday, que luego de la desaparición de los Saltos del Guairá, por la construcción de la represa binacional Itaipú, pasó a ser el más importante e imponente del país. Cuenta con una caída de 40 metros y su anchura es de 70 metros, su afluente es el río homónimo, que desemboca en el Paraná unos 1000 metros después. Además de la preservación de especies autóctonas de fauna y flora, la parcialidad Mbya guaraní se encuentra dentro de este territorio y son los principales protectores de la tierra que ancestralmente les pertenece.

Decía que nunca tuve la oportunidad de conocer está zona, y cada vez que leía sobre el conflicto la única imagen que tenia era la de extensas plantaciones mecanizadas. Me pareció inapropiado cuando el gobierno tomó la decisión de trasladar a los carperos a un Parque Nacional, y en este momento recordé cuando muchos amigos que ya visitaron los saltos mostraban maravillados las fotos del lugar, comentaban sobre el eterno arcoris que se ve y deseaban que la mano del hombre nunca roce con está maravilla, pues como mucho de lo que pasa ultimamente, el progreso más tarde o más temprano termina afectando zonas paradisiacas y desprotegidas como está. Pedí entonces la opinión de una de las periodistas más importantes de la región, escribe para el periódico de circulación nacional La Nación, Mariana Ladaga, quien amablemente me respondió:

“A fines del año pasado tuve la oportunidad de llevar a un colega chileno a la reserva Moisés Bertoni… quedó alucinado con el tamaño de los árboles, la vegetación, los helechos…"es más impresionante que Avatar!", dijo maravillado. Nuestra vegetación, Patricia, en todas las reservas, tanto la de Ñacunday como la de Bertoni y la región del Santo del Monday, es mágica, es única en el mundo, es más maravillosa que Avatar sobre todo porque es REAL y por ello debe ser tan cuidada como otros recursos naturales que en el mundo se están agotando y que acá aún tenemos, entre ellos el agua dulce. Se debieron haber tomado precauciones en cuanto a la deforestación hace muchísimo tiempo y en parte me alegra que los carperos hayan sido "reinstalados" en la zona mecanizada que está ubicada al lado del monte que hace al Parque Nacional, porque de ese modo finalmente se conoce cuál es el estado en que se encuentran nuestras "reservas naturales". Me apena que recién ahora la población tome conciencia y que recién ahora el Estado intervenga y que recién ahora lo analicen los medios de comunicación. Lo que se espera es que a partir de este "despertar" se tomen medidas correctivas y definitivas. Según los documentos, el Parque Nacional Ñacunday, así como varios otros en el país, no están delimitados, no están titulados, y eso da pie a que ocurra lo que sea, como por ejemplo que se "limpien" terrenos para mecanizarlos y cultivar soja y maíz. Al Norte del Alto Paraná hay reservas en las cuales los indígenas están alquilando sus tierras a brasileños para cultivar soja y el gobierno nacional hace un poco pero no todo lo que puede por evitarlo. Hay que actuar HOY: las instituciones del gobierno, las ongs ambientalistas, los medios de comunicación, la sociedad en general. Pero no hay que actuar para que los carperos sean expulsados del Parque Nacional Ñacunday y ya está, hay que trabajar por la custodia y el respeto de TODAS las reservas naturales del país desde ahora y para siempre, para que tengan oxígeno tus bisnietos y ellos también puedan conocer, como nosotros lo hicimos, los saltos del Ñacunday, del Monday y cuantos otros, ver volar un tucán, bañarse en el Paraná, tomar tereré abajo de los árboles sembrados por Bertoni, con agua dulce natural, no contaminada.”

Luego de estás palabras, está demás agregar un comentario, se siente la necesidad de actuar, de despertar la conciencia y de comprometerse a velar por lo que realmente importa y de pensar que lo que tenemos en este mundo es prestado y que al final del “viaje” tenemos que devolverlo lo menos poluido posible.

 


 

 



Patricia Silva Casco es Comunicadora. Hace un poco de radio (www.1035.fm) y colabora con www.agendarte.net. Nacida en Asunción del Paraguay pero malcriada en la fronteriza Ciudad del Este.

 

 

 

 

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