Está semana se celebran en el calendario dos fechas sumamente importantes en el desarrollo de cualquier sociedad que se precie de civilizada, pero, qué celebramos realmente? Celebramos tal vez los avances que en el último siglo se desarrollaron para que estos pilares, el de la educación y el trabajo, sean finalmente dignos.
Día del Maestro
El 30 de abril en el Paraguay se rinde homenaje al maestro, está celebración que cumple 98 años fue el logro del Congreso de Educadores del Paraguay realizado en 1915. Eligieron esta fecha, víspera del Día Mundial del Trabajador, como un prefacio que involucra finalmente la labor del educador, formador de trabajadores del futuro.
Un maestro en Paraguay gana aproximadamente 30 veces menos de lo que percibe un legislador, no cuenta con un sistema de jubilación acorde a la realidad ni tampoco el Instituto de Previsión Social (IPS) les brinda un servicio digno en casos de urgencias ni mucho menos preventivos. Los profesores del nivel inicial no cuentan con rubros para un auxiliar en clase, varias escuelas del Estado hasta duplican su capacidad en el aula en muchas de las instituciones, de lo ideal de tener 25 alumnos, tienen entre 40 y 50 en la mayoría de los casos. Estos maestros que no sólo cumplen una función educativa sino también son el sostén de muchos niños abandonados al azar por padres o tutores que tienen que cumplir sus obligaciones laborales para llevar el pan de cada día a sus casas, y éstos a su vez están aún más desprotegidos que los propios maestros, como un engranaje mal engrasado que mueve agónicamente la maquinaria social. Está es una realidad, que tal vez como muchos van optando por el sector privado, no se refleja en el cotidiano de las redes sociales, incluso ni en los medios masivos.
A esos maestros que trabajan hasta casi 12 horas diarias para realmente tener un ingreso económico digno, que dejan sus familias todo un día para educar y formar a los hijos de los demás, a ellos mis respetos y la esperanza de que algún día finalmente puedan celebrar con honores un 30 de abril como se merecen.
Día del Trabajador
Nuevamente, qué celebramos el 1 de mayo? Y si hablábamos de maestros que forman trabajadores para el futuro, ahora hablamos de los trabajadores mismos, de éstos hay una lista sinfín de reclamos que se asemejan bastante a aquellos que en el año 1886 los mártires de Chicago exponían. Trabajar 8 horas era una de las reivindicaciones en aquel entonces. Aunque hoy día en nuestra ciudad existen empresas modelos que respetan este horario, sabemos de otras que superan ampliamente las 8 horas de trabajo, incluso sin horario de almuerzo ni mucho menos el pago de horas extras.
En Paraguay, ser trabajador es sinónimo de poseer un lujo, no todos tienen un trabajo con remuneración fija, y mucho menos en nuestra ciudad donde la mayoría de los trabajadores no cuenta con un contrato que vele por su seguridad laboral ni que les garantice la permanencia, es como un “comenzar cada día” con la esperanza de que hayan ventas para que la comisión equipare el bajo salario que perciben en relación a las horas de trabajo.
Aún así, Ciudad del Este es una de esas pocas ciudades en donde si uno no tiene trabajo, puede inventárselo. No hago apología al trabajo ilegal, pero un porcentaje alto de habitantes alguna vez hizo malabares con changuitas en el microcentro y consiguió sobrevivir a fin de mes, de éstos todavía vemos muchos, en las mesitas o en las esquinas vendiendo chipa o frutas. Pero si un trabajador con todas las de ley no recibe los beneficios que legalmente deben, esos trabajadores ambulantes ni sueñan con alguna reivindicación.
Entonces, qué celebramos? Celebramos que hayan héroes que se sacrifican para que el engranaje siga funcionando, para que con la esperanza de que todo alguna vez mejore y sea un poco más justo, los reclamos sean otros y no los mínimos para tan sólo sobrevivir, celebramos que hoy estemos desde algún lugar luchando por un país mejor.