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El turismo beneficia, pero tiene aroma a plata fácil

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Quizás la respuesta irónica que un adolescente conocido dio a su madre pueda ayudar a quien se pregunta por qué es tan difícil lograr un verdadero cambio positivo en la atención al turista en destinos como Iguazú, y por qué existe una especie de desprecio a la capacitación en general.

Ante la insistencia de su madre, para que se esforzara más en sus estudios, el jovencito le dijo:

“¿Para qué me voy a matar estudiando, si voy a terminar siendo remisero?”.

Es que, lejos de despreciar la profesión, el estudiante sabía a ciencia cierta y con pruebas contundentes que ser remisero en Iguazú no es para nada despreciable, más cuando se trata de quienes tienen la oportunidad de trabajar vinculados directamente al turismo. Por eso, ante la mirada amenazante de su progenitora, el muchacho no dudó en contar por qué dijo lo que dijo:

“Si trabajo en turismo gano mucho más que cualquiera, y puedo tener la casa que quiero, el auto que quiero, y mantener mi familia, ¿entonces para qué querés que me mate estudiando?”.

Una conclusión muy parecida a la que una vez una persona, mucho mayor que un adolescente, nos dijo a un compañero de trabajo y a mí: “muy lindo todo lo que ustedes saben y lo inteligentes que son, pero yo sin estudios tengo una 4×4, me pagan el alquiler, gano el doble, y salgo todos los fines de semana, y ustedes no”.

Claro que ambos razonamientos corresponden a una edad mental en la que todos cuestionamos la disciplina de los estudios, y están cargados de una apresurada ingenuidad adolescente, y no solamente refieren a la exclusiva profesión de remisero, sino también a la de todas las que sin necesidad de formación académica pueden ejercerse dentro del rubro turístico.

De esta manera, esas conclusiones ofrecen una respuesta categórica a la intriga que es el dolor de cabeza de muchos profesionales, quienes en su esfuerzo por hacer entender que el “turismo” depende casi exclusivamente de la buena atención al visitante, no logran tener eco entre los jóvenes, porque la comisión habla más fuerte.

Además, hace comprender un poco mejor por qué, si es verdad que existe tanto dinero en mano circulando por todos los sectores de Iguazú, es difícil encontrar hermosas casas con espectaculares jardines en barrios organizados, y es más fácil toparse en las calles con alta tecnología en telefonía celular y autos de último modelo.

Esto también explica un poco mejor la existencia de una indiferencia generalizada ante las cuestiones de la comunidad, la ciudad, la participación cultural, y en la educación, en la sana política, en la asistencia social, y en el trabajo en equipo; y el por qué es moneda corriente la crítica desmedida sobre cualquier tema, con fundamentos que rozan la estupidez.

Y aunque es muy tentador buscar responsables, es mejor afrontar el innegable inconveniente del achanchamiento mental que causa “la plata fácil” siendo positivos, mostrando cuál es el beneficio de una capacitación adecuada, aportando un granito de arena desde nuestra función en la sociedad, haciendo creer en proyectos en equipo, trabajando en ellos, y haciendo comprender a los niños –ya es muy tarde para los adultos –que la pregunta es ¿cómo hago para estudiar y ganar más? Y no ¿cómo hago para ganar más y estudiar menos?
 

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